Ganadores del concurso (2022)
Carlos Fernández Vía
Universidad Complutense de Madrid
Grado de Relaciones Internacionales
La OTAN, Rusia, China y el orden internacional
La amenaza a la seguridad global de la alianza sino-rusa y el papel de la OTAN
El presente texto se propone intentar explotar las vulnerabilidades de esa alianza y reforzar el vínculo con los socios de la zona del Sudeste Asiático ,dándole un carácter más global a la OTAN, con nuevos vínculos globales pero sin aumentar su membresía más allá de su espacio clásico.
Introducción
Los métodos híbridos que la Federación Rusa lleva años desarrollando en su vecindario para responder a sus objetivos de gran potencia (derzhavnost) han vivido su principal manifestación en la invasión de la República de Ucrania el pasado febrero que ha vuelto a reafirmar la relevancia de la Organización del Atlántico Norte como garante de la seguridad europea. Sin embargo, las amenazas al orden internacional no solo vienen de la dirección de Rusia, sino que la situación en el Pacífico, fuera de los límites de actuación clásicos de la Organización, es de elevada tensión debido al aumento del poder internacional de la República Popular China y su relación de cooperación con Rusia que hace peligrar la seguridad global, aspecto que se abordó en la conferencia del 3 de marzo “ China, Rusia la OTAN y el Orden Internacional” y que se abordará en este trabajo junto las posibles hojas de ruta a llevar a cabo para contrarrestar este poder.
El aumento de la cooperación sino-rusa y las perspectivas comunes
La relación entre ambos países y sus recientes muestras de cooperación, ejemplificada en la reunión de Xi Jinping y Vladimir Putin en los Juegos Olímpicos de Pekín previo a la invasión de Ucrania supone un comunicado internacional contra el modelo internacional liberal y a los intentos occidentales de expansión que en su punto de vista vulneran la soberanía de los estados y no respeta otros focos de poder internacionales. La OTAN supone uno de los blancos más recurrentes de las críticas de ambos países, tal y como expresaba el ministro de Asuntos Exteriores Wang Yi a su homólogo estadounidense durante una reunión a raíz del conflicto en Ucrania, donde responsabilizaba a la Organización de la crisis ante la incapacidad de atender las “preocupaciones razonables de Rusia sobre su seguridad” y por la mentalidad anclada en la Guerra Fría de la expansión del bloque militar (Reuters, 2022)
La realidad es que las relaciones entre ambos estados se encuentran en gran forma, en lo que el presidente Putin ha calificado como “una visión de la seguridad global y el orden internacional comunes” (Vidal Liy, 2022) una opinión compartida por Xi representada en la menor presencia armada en la frontera entre ambos países desde 1922. Esto ha llevado a ambos estados a liderar estructuras multilaterales y regionales de manera paralela a las de Occidente, mientras que en el marco de Naciones Unidas ambos países apoyan sus acciones más polémicas, siendo el último ejemplo la no condena China de la invasión rusa sobre Ucrania. Por su parte, en materia comercial los fluctuosos acuerdos alcanzados han supuesto que en los últimos ocho años los intercambios se hayan doblado, ejemplificado en los alcanzados en 2014 para la venta de gas ruso por valor de 400.000 millones de dólares que han dado oxígeno a la maltrecha economía rusa tras las sanciones de Occidente (Ming, 2014)
Contrapesos y una OTAN con mayor poder global
La Organización tiene que saber explotar las vulnerabilidades de la relación entre China y Rusia, la cual cuenta con diversos puntos de desacuerdo y que históricamente ha estado marcada por el conflicto, aprovechando la situación de subordinación que Moscú puede captar ante Pekín y la dependencia energética china para disminuir su cooperación y amenaza (Arne Westad, 2022).
De igual manera, resulta necesario una respuesta por parte de los países pertenecientes a la OTAN para afrontar las amenazas a la estabilidad global. Si las generaciones pasadas diseñaron la Organización para garantizar la seguridad de Europa de un posible ataque proveniente de Moscú, la nueva generación de la OTAN tiene que reforzar los instrumentos de defensa más allá del Viejo Continente, entendiendo que ante las dinámicas de la globalización la respuesta no puede ser regional. La mayor internacionalización de la Organización no pasa por expandir la membresía más allá de los límites geográficos marcados, sino cooperando con estructuras con objetivos y valores afines de todo el mundo y esta atención global debe darse especialmente en Asia Pacífico que se muestra con cada vez más fuerza como uno de los escenarios de mayor relevancia para la seguridad y futuro globales (Daadler y Goldgeier, 2022).
La posibilidad de una visión conjunta global del orden internacional ha desaparecido y la cumbre de la Organización con Japón, Australia, Nueva Zelanda y Corea del Sur a finales de 2020 ejemplifica el camino a seguir, así como los meetings con ASEAN (Hunt,2022). El reforzamiento de la cooperación con el QUAD debería ser primordial, aportando experiencia en materia de contención, asesorando su desarrollo y aumentando el peso de Europa en la región la cual, excepto en materia comercial tiene esta un déficit de relevancia, para poder así una red de seguridad global.